Una vida dedicada al Oratorio Festivo: el profesor Don Jaime Verdú

«Quien tiene paz en su
conciencia, lo tiene todo»

San Juan Bosco.

 

Orihuela, 29 de junio de 2018.

Queridos amigos, querida familia:

Vaya por delante mi agradecimiento a todos y cada uno de vosotros por vuestra presencia.

Gracias, también, a los que no han podido estar y me han hecho llegar su afecto y su cariño. Y ¿cómo no? a la Comisión encargada de organizar este acto (y a las personas que me han precedido en el uso de la palabra).

Permitidme que inicie este discurso, agradeciendo a D. Antonio Roda (Director) y a D. Manuel Cayuelas (sacerdote) por haberme abierto las puertas de este Colegio.

Gracias, también, al Obispado y a cada uno de los representantes y responsables del mismo por haberme acogido en esta gran familia durante todos estos años, haciendo de él mi segunda casa.

Gracias, a todos los sacerdotes y compañeros con los que he compartido clases, claustros y tantas y tantas vivencias enriquecedoras.

Gracias, a mi madre, hoy muy enferma, porque hizo toda clase de sacrificios para que pudiera estudiar y hoy esté aquí con todos vosotros.

Gracias, a mi familia, especialmente a mi mujer, por entender mi dedicación y entrega a este “especial trabajo”.

Gracias, a mis hijos Jaime y Mariola por las oportunidades que dejé de estar con ellos a causa de mi entrega al ORATORIO.

Gracias, a mi nuera, Inés y a mi nieta Vega por su presencia y por ser lo mejor que la vida me ha traído últimamente (…).

¡Y cómo no! Gracias, a Dios, por ayudarme cada día en la labor docente.

Un saludo especial a los profesores jubilados que me acompañaron en mi trayectoria profesional, aunque no estén aquí. Con ellos he convivido durante casi toda mi carrera docente y los tengo en gran estima.

Quiero volver a traer al corazón, ante vosotros, muy especialmente, a Directores titulares como el querido Rvdo. D. Antonio Roda López (que desde el primer momento confió en mi como persona) y al Rvdo. D. Antonio Roca Cabrera, mis primeros Directores Titulares y de los que aprendí a ser generoso y paciente; que en Paz descansen.

A los Rvdos. D. Juan Antonio González Magaña, D. José Luis Casanova Cases, D. José Luis Úbeda Sierras y D. Eloy Martín García, ex-Directores Titulares de los que disfruto, actualmente, de una gran amistad.

Y, también, quiero recordar a compañeros que nos dejaron hace algún tiempo para ir al encuentro con el Señor: a inolvidables profesores y amigos como D.Jaime Barber Pérez, D. Francisco Aparicio Pérez, D. Francisco Cordones Navarrete, personal de Administración y Servicios, como D.Francisco Soler, persona de confianza de D.Antonio Roda y al Conserje Pepe; los dos muy buenas personas. Conservo de todos el los entrañables recuerdos que me hacen seguir queriéndolos.

Agradecer, como es de justicia, el trabajo de todos los padres y madres que me acompañaron en mi quehacer diario, según las responsabilidades que ostenté en mi trayectoria, como fueron: el Consejo escolar y la AMPA; en unos momentos de la Historia del Colegio en los que fue muy importante su colaboración; así como, a los compañeros de Administración y Servicios, muy profesionales ellos; un equipo del que siempre ha trascendido que su profesionalidad y servicio, ha sido leal, entregado y generoso.

Un último recuerdo muy especial, a todos aquellos alumnos que han pasado por mis aulas durante estos años y no hay mejor manera de hacerlo que citando a Miguel Hernández en unos de sus versos:

“Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,

que son dos hormigueros solitarios…»

Con lo que entiendo, parece señalar, que los ojos encuentran su sentido cuando miran lo que desean y se encuentran con la mirada amada del otro en un acto complaciente.

Amigas y amigos, el acto de hoy, más que para celebrar mi jubilación, tiene que servir para fortalecer o revivir los vínculos de esta gran familia que somos el Claustro de Profesores y Personal de Administración y Servicios del Oratorio Festivo.

Este momento, encierra para mí una sensación triste y alegre a la vez, un sentimiento agridulce; porque he tenido la suerte de trabajar en lo que me gusta y de haber estado acompañado de buenos Claustros de profesores, excelentes Equipos directivos y eficaces personas en la Administración y Servicios. ¡A todos, muchísimas gracias!

Me ha llegado la jubilación casi sin darme cuenta. Durante los 39 años de docencia (primero, como Profesor en Educación General Básica y después como Profesor de Secundaria) no todo han sido alegrías, como es lógico; también, han habido problemas, tensiones, desencuentros, etc. Pido disculpas a todo aquel que se haya sentido mal por algún comportamiento sentido como inadecuado de mi parte; os aseguro que no he tenido conciencia de ello y ha sido involuntario.

Me voy con la satisfacción personal de haber dado siempre un paso adelante cuando el Colegio así lo ha necesitado (Director Pedagógico 1.982-89 y 1995-99), Jefe Departamento de Lengua y Literatura, durante 25 años), etc.; y uno atrás cuando no he estado en la línea que se me exigía; pero satisfecho por la entrega a mi labor docente y a los niños y niñas que han pasado durante todo este tiempo por mis clases.

También deciros que me he sentido reconfortado, reconocido y querido por todos vosotros, por los padres y madres y por los alumnos y alumnas con los que he tenido la suerte de relacionarme; porque, siempre, he recibido de todos: ¡respeto!

Me llevo lo mejor de cada uno de vosotros: el entusiasmo, las ganas de ser los mejores, los grandes deseos de beneficio común y de buenas utilidades para el Colegio; y espero que en mi ausencia continuéis dando lo mejor, con todo el ánimo y la fortaleza para que se sigan alcanzando los buenos estándares que hemos logrado hasta la fecha y aún más.

Amigos y amigas, que María Auxiliadora os guíe y os dé salud para continuar en la tarea de educar con amor para conseguir el Objetivo, que en palabras de San Juan Bosco, es : “Formar honrados ciudadanos y buenos cristianos”. Y, en consonancia con ello, ser maestros que dais un sentido a la escuela, al estudio y a la cultura; sin reducir todo a la sola transmisión de conocimientos, sino apuntando a construir una relación educativa con cada alumno, que debe sentirse acogido y amado por aquello que es, con todas sus limitaciones y sus potencialidades.

Os animo a seguir trabajando para cumplir con la identidad y el perfil de esta institución educativa católica desde su creación, que a mi entender es:

“Amar con mayor intensidad a sus estudiantes más difíciles, más débiles, más desfavorecidos; amar más a los estudiantes que no quieren estudiar; aquellos que se encuentran en condiciones de privación y a los discapacitados, que hoy son un gran desafío para la escuela. En definitiva, trabajar por un colegio cada vez más inclusivo. No solo son excelentes aquellos que obtienen óptimos resultados; sino muy especialmente quienes consiguen progresar desde circunstancias menos ventajosas, en ocasiones con problemas familiares, aprietos económicos o dificultades de aprendizaje”.

Estamos celebrando el Primer Centenario del Colegio, demos gracias a Dios por habernos acompañado durante este extraordinario evento. Su compañía y bendición está presente en todos los momentos del mismo. Las actividades programadas se cumplieron bien y demuestran un total amor por el Colegio, del que me siento un miembro privilegiado.

Muchas gracias a todos, de verdad, de corazón; hoy, me estáis dando un día muy feliz y me llevo una imagen en la memoria que cierra horas de Dirección Pedagógica, de clases y de lecciones de gramática y literatura, Valenciano, etc.; pero también de vida; por supuesto, con mis errores y mis aciertos, de los cuales emana la experiencia, pero siempre con idéntico tesón.

Para despedirme, volver a daros las gracias a todos por el obsequio con que me habéis distinguido, ofreceros un fuerte abrazo para cada uno de vosotros y uno especial para nuestro querido Obispo (D. Jesús), nuestro Director Titular (D. Ramón) y nuestra Directora Pedagógica (Lazy).

Finalmente, permitidme que os haga entrega de un detalle recordatorio de este acto. Se trata de un llavero muy simbólico, muy nuestro, que no he querido grabar como propio, porque es de todos, nos pertenece a todos.

¡María Auxiliadora, ruega por nosotros!

¡Hasta siempre!

José Jaime Verdú Simón.

 

 

 

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